La foto elegida para abrir está entrada representa perfectamente la evolución del mercado actual energético, donde en los últimos años se han invertido muchos recursos materiales en la construcción de parque eólicos. No me voy a extender en estos gigantes de 3 brazos ya que en próximas entradas hablaremos de la energía eólica como actor principal en el mix energético compuesto, además, por la energía hidráulica, la hidroeólica, la solar térmica y la solar fotovoltaica, el gas y el fuel o la nuclear.
Pero volviendo al tema del vehículo ideal, en la entrada anterior hemos hablado de los coches eléctricos y de los motores de combustión, pero en la actualidad hay otras opciones que completan o mejoran los anteriores. En primer lugar, voy a hablar de los coches basados en GLP (gas licuado del petróleo) y los basados en GNC (gas natural comprimido).
Los vehículos con GLP y los GNC complementan a los coches con gasolina y son una alternativa a considerar si realizas más de 30.000 kilómetros al año. La pega es que la capacidad del maletero disminuye y no todas las gasolineras disponen de punto de carga. Si quieres ahorrar y contaminar menos debes planificar tu ruta con antelación. Si no lo haces, puedes funcionar con gasolina, pero teniendo en cuenta que la autonomía es menor que uno de gasolina 100%.
El GNC es algo más barato. De todas formas, su precio parece estar regulado por una directiva europea por lo que no debería estar sometido a la volatilidad del mercado. Además, ambas opciones son menos contaminantes que el equivalente en diesel o gasolina y por ello, son merecedores de la tarjeta ECO y por tanto, tienes acceso a alguna de las zonas restringidas que cada vez más grandes ciudades proyectan para mejorar la calidad del aire.
Otra opción que complementa a los coches de gasolina es el denominado coche híbrido en la versión no enchufable. También tiene la tarjeta ECO, pero según la gente con la que he podido hablar, cuando le pisas con un poco de alegría el consumo mixto se descontrola un poco más de lo que promete el fabricante.
El precio es un poco más elevado que uno de gasolina 100% y tienes el lastre de la autonomía insuficiente en modo eléctrico. No lo veo aconsejable para distancias medias en tramos mixtos de ciudad y carretera, salvo si necesitas la tarjeta ECO.
Una evolución hacia la sostenibilidad del sistema anterior es el híbrido enchufable que dispone de la tarjeta CERO (0) emisiones y aparcamiento gratuito en algunas ciudades. Si eres un urbanita concienciado con el tema ambiental y al mismo tiempo quieres disponer de la total autonomía que te ofrece un motor de gasolina, ésta es sin duda tu elección.
Voy a terminar hablando de la que, en mi opinión, es la mejor opción a medio plazo en cuanto a vehículos de uso particular de altas prestaciones, tiempos de recarga aceptables y libres de malos humos. Me estoy refiriendo a los coches de hidrógeno.
En el mercado actual podemos encontrar solo 3 modelos de coches propulsados por hidrógeno, pero está previsto que este número aumente hasta la media docena a lo largo del año 2022. Por el momento, la industria automovilística no está apostando por este tipo de combustible para el vehículo particular, pero parece que es el futuro de los vehículos comerciales, locomotoras de tren, barcos y aviones.
Aunque el hidrógeno se utiliza en muchas aplicaciones, los costes de producción son elevados. Para su producción la idea es aprovechar los excedentes de las energías renovables, lo que no entra en el mix energético. Actualmente estamos viendo como los diferentes actores energéticos van tomando posiciones para la producción de hidrógeno. De todas formas, la transición de un modelo basado en derivados del petróleo a un modelo de cero emisiones llevará su tiempo ya que se deben amortizar los costes de inversión y quien domina el mercado no lo va a poner tan fácil.
Por lo demás, el funcionamiento de estos vehículos es similar al de coche eléctrico, pero sustituyen las baterías por pilas de combustible. Pero ¿por qué he dicho que es la mejor inversión a medio plazo? Básicamente porque el mercado actual está trabajando a un ritmo muy lento en esta solución, pero según se vaya incorporando más actores al proyecto la cosa debería cambiar. Ahora bien, la realidad actual es que estos vehículos cuestan más de 55.000€ y hay media docena de surtidores de hidrógeno en España, muy pocos para poder presentarse como una alternativa.
En cuanto al tema económico. El coste del Kg de H2 ronda los 2-6 € (dependiendo de su proceso de fabricación) y se necesita 1Kg/100 km. Es decir, el coste similar al de un coche eléctrico.
El uso de hidrógeno como combustible está ampliamente implantado en la ingeniería aeroespacial y se han desarrollado procedimientos de seguridad por lo que no nos debería preocupar esa cuestión. Otras características que los convierten en una alternativa real se enumeran a continuación.
Por tanto, parece que el futuro a corto plazo pasa por que el Hidrógeno (H2) vaya comiendo terreno a los combustibles fósiles. Las aplicaciones para esta nueva fuente de energía no se limitan a la movilidad ya que se podrían aprovechar para otros usos con el merecido rol de vector energético. Por ejemplo, en la industria tradicional, en la aviación, en la industria marítima e incluso en edificación.
Tras este breve repaso El tiempo nos dirá si el hidrógeno se convierte en una alternativa a los combustibles actuales. Entiendo que los países con capacidad de producción y grandes reservas de petróleo no lo pondrán fácil.
Recapitulando, ¿Cuál es el coche ideal? Pues la respuesta no es única, sobre todo si tu coche es más que un vehículo de transporte de cuatro ruedas. Por ejemplo, si el coste de inversión no es un problema, si dispones de una infraestructura de recarga de las baterías adecuada y no te gustan los malos humos, te aconsejo un coche eléctrico.
Si quieres un coche eléctrico con mayor autonomía y no depender de la recarga de las baterías, deberemos esperar a ver cómo evoluciona el tema del hidrógeno. Para mí, esta es la mejor opción porque el H2 lo puedes producir con los excedentes de las energías renovables y emite a la atmósfera vapor de agua. Ahora bien, no debemos olvidar que la movilidad actual se basa en el uso de derivados de petróleo y tendremos que pagar el coste de esa transición, si no lo estamos haciendo ya.
Y si no puedes esperar a que lleguen los coches de hidrógeno, deberás elegir entre la incertidumbre de adquirir un coche de combustión, sabiendo que se dejarán de vender en el año 2035 u optar por alguno de los modelos híbridos complementados con baterías eléctricas o gas.
Yo lo único que tengo claro es que mi próximo coche será azul. Espero que estas líneas te hayan servido de ayuda para tomar o reafirmar tu decisión. Hilando con las motorizaciones, en la siguiente entrada voy a exponer lo que está ocurriendo en el ámbito ferroviario. El viaje comienza en breve. ¡Pasajeros al tren!